Malú Kikuchi
(24(/2018)
“No. No me arrepiento”. Recordables palabras de
Cristina Fernández el 22/8/2018, desde su barricada, perdón, desde su banca en
el senado de la Nación. Cuerpo legislativo que aprobó el allanamiento de 3 propiedades
de CFK, por unanimidad, sin condicionar al juez Bonadío.
La cuestionada ex presidente tuvo además de su exabrupto, algunas perlitas para la historia. Acusada por varios arrepentidos, empresarios en su mayoría que juran haber sido extorsionados por el matrimonio K para obtener trabajo en la obra pública, y acusada por algunos funcionarios.
Todos estos personajes están nombrados en los
cuadernos de Oscar Centeno. Pero para CFK, forman parte, arrepentidos y
cuadernos, de un creativo invento de la CIA para ¿quedarse? con la Argentina y
terminar con las exitosas políticas
sociales en la región, o sea con el populismo.
Se comparó con Lula y con Correa. Ambos ex presidentes
con suertes diversas, el primero está en la cárcel desde hace unos meses y el otro
refugiado en Bélgica para esquivar las alertas rojas de Interpol, que le ha
pedido el actual presidente de Ecuador, Lenín Moreno. Tanto Lula como Correa, acusados de
corrupción comprobada, no por cuestiones políticas.
Para referirse a la corrupción, que no negó, dijo:
“¿Ustedes creen que la patria contratista y la cartelización de la obra pública
comenzó en mayo 2003?” Ni los senadores propios, ni los opositores, ni la
ciudadanía en general, creen eso. El problema es que a partir de mayo 2003,
durante los mandatos K, alcanzó
volúmenes hasta entonces, impensables.
Más datos, más arrepentidos, más bolsos, más millones,
más asco. Es difícil seguir el reguero de corrupción, de vergüenza ajena, de
rabia, de incredulidad, sin que asome un sentimiento hasta ahora, prohibido, el
odio. ¿Cómo soportamos esto durante más de 12 años? ¿Cómo?
Era una leyenda urbana, todos hablábamos de los
bolsos, los millones de US$, las repetidas empresas que trabajaban en la obra
pública, todo lo que se inauguraba, discurso mediante por cadena nacional y
detrás de la bandera y los maceteros con plantas nuevas, no había nada. Nada.
Lo sabíamos, no hicimos nada. Es cierto
que no se imaginó la magnitud del robo, de la expoliación al pueblo argentino,
ni la inflación del 1200% (12/2015), la sentíamos, pero el INDEC mentía. Como
mentía Cris cuando en la ONU decía que la pobreza estaba en un 5% y la
indigencia en un 1,27%. Menos pobres que en Alemania, y de verdad era de un
30%.
Por si fuera poco, además de mentir
abiertamente, sin ningún escrúpulo (hace pensar que quizás sea mitómana, que
cree lo que dice o que su bipolaridad le hace decir disparates), volvió con la
detestable costumbre de apuntar con el dedo índice, cual maestra de Siruela.
Insoportable.
Y su política, pergeñada por Néstor y
continuada devotamente por ella, llegó a todo el país. El tema de las coimas
para la obra pública permeó provincias y municipios, nada se salvó. Hoy en día,
gobernadores de todos los partidos, lo mismo que los intendentes, tiemblan, no
duermen.
Todo un país corrompido (se dejaron
corromper) da náuseas. Y nos preguntamos por qué si el US$ se aprecia en el
mundo, nosotros bailamos más que el resto de los países emergentes. Porque
Néstor, con maligna inteligencia, nos dejó de entrada sin energía, nos des
autoabasteció. Y la energía se paga en US$. Era una forma de esclavitud.
Y Cris no se arrepiente. ¿Está
convencida de haber hecho un gran gobierno? ¿Conoce la verdad? ¿Tanto leer a
Laclau y tenerlo invitado a él ya su mujer, Chantal Mouffe en Olivos, le
terminar de lavar el cerebro? Y nos quiere contar que es revolucionaria, osa
hablar de 30.000 desaparecidos sabiendo que su ministerio de justicia y DDHH
hablaba de menos de 8.000. Un desaparecido es una desgracia, pero entre las 2
cifras hay 22.000 personas, que no es poco.
Y no se arrepiente. Se victimiza. Planea
una nueva candidatura. ¿En serio? ¿O trata de ganar tiempo? En este último
caso, ¿para qué? Puede esperar que el poder judicial ante su candidatura entre
en pánico por si gana, y cajoneen las denuncias. Todo es posible, pero hoy es
poco probable.
Ahí entra la ciudadanía. Tenemos un
poder enorme, descomunal, tanto que no lo imaginamos. Lo vimos con la 125 y el
campo. Lo vimos con José Campagnoli. Lo vimos con el asesinato de Nisman. Lo
vimos con la marcha de antes de ayer. Hay que seguir en la calle, hay que
seguir.
Es nuestro país. Necesitamos limpiarlo
para poder mirarnos a los ojos sin avergonzarnos. Para volver a estar
orgullosos de ser argentinos o de haber elegido a la Argentina para vivir. Por
nosotros, por los que nos hicieron una Patria, por nuestros hijos y por los que
vendrán.
En cuanto a CFK, ¡qué pena!, no se
arrepiente. Alguien debería decirle que el arrepentimiento es reconocer
errores, y ese es un acto que libera, aunque esté en la cárcel.
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