viernes, 28 de agosto de 2020

ESMERILANDO AL PRESIDENTE


ESMERILANDO AL PRESIDENTE

Malú Kikuchi  (29/8/2020)



El 18/5/2019, en una entrevista en radio Nacional, una semana antes de que CFK se auto postulara a vicepresidente en una fórmula encabezada por Alberto Fernández, el hoy Presidente decía  que la senadora debía competir contra Macri, “es candidata o se va a su casa, no puede haber votos prestados. No tengo ganas de que haya un títere en la Casa Rosada, y que el poder esté en Juncal y Uruguay”.

En la misma entrevista dijo: "Sería una necedad de mi parte decir que no hubo corrupción en el kirchnerismo, cuando apareció un secretario de Obras Públicas (José López) con US$ 9 millones en el baúl del auto".

“Para mi, la palabra dada es muy importante, la palabra empeñada es muy importante. No mentir en política es muy importante y yo soy de aquellos que tienen la tranquilidad de poder decir que digo en público lo que digo en privado”. Alberto miente hasta cuando dice que no miente.

Hay demasiadas pruebas sobre las mentiras del Presidente. Son visibles, se suceden a través del tiempo y los archivos no mienten. La pregunta es, ¿para qué esmerilar al Presidente si él solito se encarga de hacerlo? Ha perdido toda credibilidad, cae en las encuestas y profundiza la grieta.

La situación del país es caótica; pandemia, cuarentena eterna (la más larga del mundo) y los contagios y las muertes aumentan. La economía con respirador artificial y pronóstico reservado. El desempleo alarma, lo que incrementa la inseguridad que no tiene una política integral coherente.

A pesar de este diagnóstico, visible para cualquiera que hable con su vecino, el Presidente presenta en medio del desastre, un proyecto de reforma judicial. En rigor de verdad, es la reforma del fuero penal federal de CABA, que juzga a CFK, sus hijos y socios. La gente no les importa.

Este proyecto de reforma tiene desde el 27/8 media sanción del Senado, votado con modificaciones de último momento, que los senadores no leyeron. No son “honorables senadores de la Nación”, son los senadores de CFK. Pero el pueblo argentino es el que le paga los sueldos, no Cristina.

Sin el agregado de la enmienda Parrilli contra “los poderes mediáticos” y los jueces, una mordaza para los periodistas independientes y para los jueces “díscolos” a las ordenes de CFK, la media sanción de la ley pasó a diputados. Aumentaron los puestos a crear de 279 a 908.  ¿Quién paga?

Por supuesto que pagarán los argentinos, si se vota en diputados. A todo esto Cristina aclaró que esta no es una reforma judicial, se la endosó al Presidente, por si no sale en diputados. La reforma que sueña CFK es más profunda, puede que tribunales populares manejados por Zaffaroni.

El resultado es que el Presidente quedó mal parado, lo mismo que su ministro de Justicia, Marcela Losardo y Gustavo Beliz y Vilma Ibarra. Todos ellos personas cercanas al Presidente. Mientras Cristina sigue implacable su derrotero de venganzas múltiples, entre ellas, Alberto F.

CFK esmerila al Presidente, un Presidente que a su vez se esmerila solo. Tener de enemiga a la vicepresidente, es un problema serio. Más si se le debe el 30% de los votos. El tema es si la vicepresidente consigue su propósito, luego de solucionar sus varios procesos judiciales.

Una vez limpia de denuncias (con pruebas absolutas y comprobadas), Cristina insistirá en sacarse de encima al Presidente. ¿Cómo? Probablemente lo hará renunciar poniéndolo en una situación insostenible. Duhalde sabe algo al respecto y avisa con tiempo.

Y una vez sin Presidente, como indica la Constitución Nacional (a la que pretende cambiar), Cristina Fernández de Kirchner asumirá el lugar que está convencida que le corresponde: la presidencia de la Nación Argentina.

viernes, 21 de agosto de 2020

OYERON, PERO NO ESCUCHARON


OYERON, PERO NO ESCUCHARON

Malú Kikuchi  (22/8/2020)


La diferencia entre “oír” y “escuchar” es significativa. Según el diccionario de  la *RAE, “oír” es percibir con el oído y “escuchar” es prestar atención a lo que se oye.  El 17 de agosto durante el impresionante banderazo en todo el país, el gobierno de los Fernández oyó, pero no escuchó.

Como toda protesta organizada y protagonizada por ciudadanos, los reclamos fueron múltiples. La desesperante situación del país así lo exigía. No había nadie que liderara. Fue una marcha en libertad y por la libertad. Pero lo que más se escuchó fue un NO rotundo a la reforma judicial.

La reacción de los Fernández pos banderazo ha sido curiosa. Haciendo oídos sordos al clamor de la ciudadanía, el Presidente dijo en su casi diario discurso: “No nos van a doblegar los que gritan”. Por su lado, la vicepresidente ordenó a las comisiones del senado tratar la reforma.

De parte de Cristina era esperable, forma parte de su personalidad; huye hacia adelante y por regla general se equivoca. Le pasó con la 125, le pasó con la democratización de la justicia, esta última su gran preocupación. El resultado es que varios senadores de las comisiones no tuvieron tiempo de leer el proyecto de ley de la reforma, pero lo votaron igual.

La semana que viene es evidente, contabilizando los 42 senadores que obedecen a Cristina, que la media sanción de la ley será aprobada. Queda la esperanza, no la certeza, que pueda ser rechazada en diputados. Juntos por el Cambio, los lavagnistas y la izquierda votarán en contra. ¿Bastará?

¿Cómo votarán los diputados de los partidos provinciales? Se sabe que el gobierno nacional está ofreciendo cargos en los nuevos juzgados a crearse, a parientes de los gobernadores. El viejo sistema K, látigo y billetera. El trabajo está en manos de Sergio Massa y de Máximo Kirchner.

El proyecto de reforma judicial ya ha sido declarado anticonstitucional por la Cámara del Crimen y por una Cámara Civil y Comercial. Falta que lo haga la Corte Suprema de Justicia, que todavía no se ha expedido. La pregunta más acuciante es, ¿los representantes y los jueces, oyeron o escucharon?

Porque el banderazo no fue protagonizado por algunas personas del PRO que gritaban su descontento por haber perdido la elección presidencial. Fueron los ciudadanos que votaron por Macri, los que votaron por Espert, los que votaron por Gómez Centurión, probablemente muchos de los que votaron por Lavagna y muchos de los que votaron por la dupla Fernández.

La cuarentena que no es cuarentena pero sí lo es, y de todos modos, se llame como se llamare, es obligatoria, se ha convertido en algo insostenible. La economía se desploma, el desempleo crece, la pobreza se multiplica, la inseguridad es abrumadora, y en el medio, la reforma.

Hoy, un poder judicial que sí necesita ser reformulado porque funciona mal y no da respuesta a los problemas de las personas, es una quimera en tiempos turbulento. La reforma judicial no tiene nada que ver con los problemas impostergables de la gente que no saben cómo va a sobrevivir.

Los problemas judiciales de Cristina Fernández no pueden estar por encima de las necesidades de los ciudadanos de la Argentina. Cristina es sólo una ciudadana más entre 45 millones de otros ciudadanos, con los mismos derechos y obligaciones. La impunidad de CFK no debe ni puede  poner de rodillas al poder judicial.

Es imprescindible que el gobierno, conformado por sus tres poderes, legislativo, ejecutivo y judicial, escuchen a la gente. No alcanza con oír. Hay muchas maneras de ser sordos, y esta, la de no escuchar los reclamos de la gente, es peligrosa.


 *RAE: Real Academia Española

viernes, 14 de agosto de 2020

PELIGRAN LAS INSTITUCIONES FUNDAMENTALES


PELIGRAN LAS INSTITUCIONES FUNDAMENTALES

Malú Kikuchi  (15/8/2020)


El planeta ha sido atacado por un minúsculo virus que solo se puede ver a través de un microscopio electrónico y que sin embargo, ha trastornado a más de 7.500 millones de habitantes. El covid-19 no tiene fronteras, no distingue razas, nacionalidades, edades ni sexos, ataca por igual a todos.

Ante este enemigo invisible, contra el cual todavía no se conoce el remedio y se testean vacunas, la pandemia se expande. Este hecho hace que gobiernos con tradición populista (Aristóteles diría demagógicos), aprovechan esta situación ideal para atacar instituciones y libertades.

En nuestra maltrecha Argentina, con un ejecutivo que no cree en los planes, la pandemia y su derivado, la cuarentena, han sido un salvavidas para manejarse políticamente. Hoy la cuarentena más larga del mundo (150 días), sigue siendo cuarentena pero se llama “distanciamiento social”.

 El virus ataca, el encierro obligatorio ya no se respeta porque todo tiene un límite, y eso cuestiona la autoridad del ejecutivo. Mientras, la economía colapsa y la inseguridad se expande tanto como el covid-19 y con mayor violencia. En ese momento se presenta una brutal reforma judicial.

Una reforma basada en el derecho penal, aconsejada por penalistas y con el único fin de conseguir la impunidad de la familia Kirchner, Cristina, sus dos hijos, su sobrina Romina Mercado y sus socios y amigos. El proyecto es inadmisible. La República se basa en 3 poderes independientes que se controlan entre sí.

El mundo se pregunta si sobrevivirán las democracias una vez que la pandemia sea historia. La pregunta es de imposible respuesta. La futurología es una ciencia muy inexacta. Pero si las democracias liberales han de sobrevivir, necesitaran la lucha inclaudicable de los ciudadanos.

Si en vez de habitantes, todos nosotros nos convertimos con firmeza en ciudadanos conscientes de nuestros derechos y garantías constitucionales, el ejecutivo deberá dar marcha atrás. Es imposible no escuchar la voluntad del pueblo, “voz populi, vox Dei”.  Hay que decir no a la reforma judicial.

Dentro de esa reforma de impunidad para la vicepresidente de la Nación, su traje hecho a mediada, el senador Oscar Parrilli intenta agregarle un artículo que cercene la libertad de expresión. La justicia y la prensa independiente son los baluartes de la libertad de los ciudadanos.

El ejecutivo al amparo de la pandemia, teniendo a las personas aterrorizadas encerradas en sus casas, aprovecha la oportunidad para pagar sus deudas. Es obvio que el Presidente debe pagar el precio de sus votos prestados por CFK, limpiando el prontuario de su vicepresidente.

Por eso, más allá de la esperanza de la vacuna en un horizonte no tan lejano y el orgullo de poder fabricarla en el país, más allá del “distanciamiento social”, leer cuarentena, nos toca a nosotros, los ciudadanos, salir a la calle el lunes 17 de agosto, el día de San Martín. 

San Martín luchó por la libertad. Solo con instituciones fuertes se puede limitar a un gobierno populista. Solo con instituciones fuertes se puede vivir en libertad. La justicia y la prensa independiente dependen de nosotros. Esas instituciones son fundamentales para la ciudadanía.

Pero la libertad se consigue, se defiende cuando la atacan, se lucha por ella. Nadie la regala, y menos que nadie un gobierno populista que necesita un rebaño de mansas ovejas para gobernar sin leyes, con impunidad y sin ovejas que lo molesten. No somos ovejas, somos gente.

Recordemos, nuestro Himno Nacional repite 3 veces la palabra libertad. Que no sea solo una palabra, que tenga significado. De nosotros depende.