LA CORTE NO ES DE GOMA
Malú Kikuchi (17/12/2021)
La Corte Suprema de Justicia declaró
inconstitucional la composición actual del
Consejo de la Magistratura, reforma legal impulsada por la entonces senadora
Cristina Fernández (2006). La Corte ordenó al Congreso dictar una nueva ley y hasta
entonces volver a los 20 miembros a los que se refiere la Constitución Nacional
con la presidencia del presidente de la Corte.
Solo la
Corte Suprema tiene la facultad de decidir si algo es o no es constitucional.
Recordando que la Corte es además, la cabeza de uno de los tres poderes que
hacen a la república: legislativo, ejecutivo y judicial. El Consejo de la Magistratura
es el organismo que nombra jueces federales y nacionales a través de concursos
públicos y puede removerlos por mal desempeño y administra los recursos del
Poder Judicial de la Nación.
¿Por qué la Corte falla sobre el tema 15 años después de
ocurrido el hecho? Es una buena pregunta. Quizás la contestación esté en la
tardía y menos que amable visita (dicen que más bien apriete) del ministro de
justicia Martín Soria a los Supremos. Visita que se prolongó hacia el público a
través de las declaraciones de Soria a los medios, dejando mal parados a los
jueces de la Corte. O puede que sólo sea justicia tardía.
Lo que es obvio es que la grieta también existe entre la
Corte y los K. Cristina necesita impunidad, para eso nombró a Alberto Fernández
como candidato a presidente y no deja de recordarle que los votos eran de ella.
Quizás ya no le importe tanto su impunidad como la de sus hijos. En menos de 2
años cumplirá 70, ende prisión domiciliaria. No debe ser terrible estar presa
en su casa del Calafate, “su lugar en el mundo”.
Pero ella tiene algo atravesado contra la justica (probablemente
sus causas judiciales), a la que ha manejado casi a su antojo, hasta ahora, que
“perdieron las elecciones, perdiendo”. Hace tiempo que viene hablando de una
reforma de fondo de la CN. Según ella el poder judicial es una rémora de la
monarquía, se estableció durante la revolución francesa, 1789, cuando no
existían ni computadoras, ni autos, ni luz.
Cuando se empezó a tomar mate en el Río de la Plata tampoco
existía nada de eso, lo que no es razón para dejar de tomarlo. O tener el privilegio
de leer a Cervantes, previo a la revolución francesa o profesar cualquiera de
las grandes religiones, todas ellas muy anteriores a la revolución de la
guillotina. El argumento es falaz. Su amigo el escritor Mempo Giardinelli
quiere abolir la CN, y reemplazar el poder judicial por juicios populares. Y eso
sí que sería una rémora de… la revolución.
Todo lo que molesta a Cristina debe ser reformado o mejor,
eliminado. En el caso de la Corte, también se le quiere cambiar el número de
miembros. Breve historia de la Corte. La
CN de 1853 estableció por ley Nº 27, una Corte de 9 miembros y un fiscal.
Urquiza los nombró. Eran tiempos de la Confederación dirigida desde Paraná y la
provincia de Buenos Aires. Esa Corte nunca funcionó. Bartolomé Mitre ya presidente,
nombró la 1ª Corte Suprema con 5 miembros en 1862. Así permaneció durante 98
años.
En 1960, el presidente Arturo Frondizi por ley del congreso,
aumentó el número de supremos a 7. El presidente de facto Gral. Juan Carlos
Onganía le devolvió a la Corte su número original, 5, en 1966. En 1990, también
por ley del congreso y bajo la presidencia de Carlos Saúl Menem, la Corte pasó
a tener 9 miembros. Néstor Carlos Kirchner presidente y Cristina Fernández
senadora, por ley del congreso en 2006, la Corte volvió a tener 5
miembros. Ahí también se reformó el
Consejo de la Magistratura. Ahora Cristina necesita aumentar los miembros de la
Corte.
Pero la Corte no es una goma que se estira y achica de
acuerdo a las necesidades del presidente de turno. En este caso se considera a Cristina
como presidente aunque ocupe formalmente el lugar de vice y a Alberto Fernández
como un empleado de Cristina. Se debe dejar en paz a los jueces de la Corte. Se
debe nombrar al miembro faltante, de ser posible mujer y especialista en
derecho tributario, que es lo que falta. Y basta de jugar con la Corte.
La Corte merece respeto, no sólo por ser la cabeza de uno de
los tres poderes republicanos, sino porque es la guardiana de la Constitución Nacional.
Y la CN es el contrato social que aceptaron los ciudadanos para convivir en
armonía, con tranquilidad, con la posibilidad de prosperar en libertad y
abiertos al mundo. Así de simple, así de importante.
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