GENERAL BELGRANO, PERDÓN
Por Malú Kikuchi (21/6/2019)
“Belgrano es lo mejor
que tenemos en la América del Sur”. José de San Martín
La Argentina, país al que hemos
construido y destruido varias veces a lo largo de su historia, le debe una
disculpa a Manuel Belgrano. Era abogado y entró por la puerta grande de la
historia como General. Cristina Fernández lo doctoreó y le sacó el título de
General. En el relato vale todo.
Belgrano fue un gigante del
pensamiento y de la acción, la honestidad y el desprendimiento. Tuvo un
proyecto político de nación válido hasta hoy y un desmesurado amor por la
patria, a la que ayudó a nacer. El nació en Buenos Aires el 3/6/1770. Su padre
italiano, comerciante muy rico, quiso que su hijo tuviera la mejor educación de
la época.
En su autobiografía, Belgrano cuenta:
“Estudié primeras letras, gramática latina, filosofía y algo de teología en
Buenos Aires. (Mi padre) Me mandó a España a seguir la carrera de las leyes, y
allí estudié en Salamanca; me gradué en Valladolid, continué en Madrid y me
recibí de abogado en la cancillería de Valladolid”.
Continúa diciendo, “estudié idiomas
vivos (italiano, francés e inglés), economía política y derecho público”. Fue
un estadista y nuestro primer economista. Trabajó desde el Consulado como
secretario, ejerció el periodismo, tuvo visión de futuro, bregó por la educación,
la agricultura, la industria y el libre comercio. Sobre el monopolio comercial
decía que era fácil enriquecerse (lo hizo su padre) “comprando a 4 y vendiendo
a 8”.
Desde 1796 hasta 1806 fue Capitán de
Milicias urbanas. Combatió contra los ingleses y fue nombrado Sargento Mayor de
Patricios. Siendo ya vocal de la 1° Junta, el 22/9/1810, lo enviaron a Paraguay
en misión militar, con mando de tropa. La misión fue un fracaso. Ya en Buenos
Aires, el gobierno lo juzgó por su mal desempeño como militar. Fue absuelto.
Era cuidadoso con su apariencia
física. Tenía la voz aflautada y tuvo dos hijos, uno con Josefa Ezcurra
(adoptado por Encarnación Ezcurra y su marido Juan Manuel de Rosas con el
nombre de Pedro Rosas) y a Mónica Manuela del Corazón de Jesús, con Dolores
Helguero.
Como General al mando del Ejército del Norte le debemos el heroico éxodo jujeño
en agosto 1812, las brillantes victorias de Tucumán y Salta y las derrotas de
Vilcapugio y Ayohuma. Propuso la escarapela azul celeste y blanca para
diferenciar a su tropa de la enemiga. Creó la bandera blanca y azul celeste
27/2/1812, para que los soldados siguieran una enseña propia.
Se empobreció gastando su fortuna en
mantener a las tropas. El gobierno no enviaba dinero y los soldados necesitaban
comer, vestirse, tener armas y municiones. Al final de su vida se avergonzaba
de no poder pagar sus deudas y esperaba que el gobierno se pusiera al día con los
atrasados sueldos de General. A su médico le pagó con su reloj.
Murió pobrísimo, el día en que Buenos
Aires tuvo 3 gobernadores. Fue el 20 de junio de 1820, a las 7 de la mañana.
Tenía 50 años, de los cuales pasó 26 al servicio de la patria. La lápida en la iglesia de Santo Domingo, se
hizo con parte de la tapa de mármol de la cómoda de sus padres. Sus hermanos
inscribieron, “Aquí yace el General Manuel Belgrano”.
El único periódico que mencionó su
muerte fue “El despertador filantrópico”. El Padre Francisco de Paula Castañeda
escribió: “Triste funeral, pobre y sombrío, que se hizo en una iglesia junto al
río, en esta capital, al Brigadier General Manuel Belgrano”. Ser desagradecido
viene de lejos.
General Belgrano, perdón. Por
entonces y por ahora. Perdón porque su patria no tiene una fecha que lleve su
nombre, el 20/6 es el día de la bandera. Le hemos robado hasta su muerte.
Perdón por los 15 sueldos de General que no le pagaron, perdón por deberle el
sueldo de sus soldados. Perdón por los $40.000 oro que le otorgó el gobierno
por su victoria en Salta.
Dinero que Usted donó para construir
4 escuelas que no se construyeron. Perdón por quitarle su título de General
ganado con dolor, sangre y honor. Perdón.