ALBERTO F, ¿NO SABE O NO PUEDE?
Malú Kikuchi (8/11/2019)
De acuerdo al escrutinio definitivo
de las pasadas elecciones presidenciales, la fórmula del Frente de Todos obtuvo
el 48,24% de los votos, mientras Juntos por el Cambio alcanzó el 40,28%.
Haciendo cuentas exactas, los FF ganaron por el 7,96%, casi el 8%.
No era esa la diferencia que
esperaban en el peronismo. La remontada de Macri en el último mes fue
inesperada y muy bienvenida por la próxima oposición en el congreso nacional y
los congresos provinciales. Pero en el Frente de Todos esperaban una distancia
del 20%. Alberto la necesitaba.
Con una diferencia grande su margen
de maniobra política hubiera sido igualmente grande e incuestionable. Pero con
un 8% escaso, Alberto depende de los votos de Cristina. ¿Está de acuerdo con
esta situación, estuvo acordada con CFK? Sólo ellos lo saben, pero el resultado
es malo.
La Argentina está pasando por una
situación económicamente complicada y de muy difícil solución. La incertidumbre
en cuanto a respuestas imprescindibles para saber hacia donde se dirige el país,
no llegan. La promesa de poner de pie al país, sigue sin que se conozca el
cómo.
Se sabe que a las promesas
electorales se las lleva el viento de la realidad. Faltando 32 días para asumir
la presidencia, sólo se conoce el nombre del futuro ministro de trabajo, Claudio
Moroni. ¿Y en economía, en educación, en seguridad, salud, desarrollo social y
los demás ministerios? Silencio.
A veces, el silencio puede ser bueno
en política, en este momento no lo es. Demasiadas preguntas, demasiada
incertidumbre. Mientras un sindicalista digamos que mareado por el triunfo
propone “darle a la maquinita y después vemos”, Alberto advierte que “el 10/12
no es mágico”.
Se dice que Felipe Solá suena como
canciller. Es un ingeniero agrónomo, ¿qué sabe de diplomacia? Ni siquiera habla
otro idioma que no sea el español. Cancillería tiene muchos hombres del PJ
aptos y preparados para el cargo. Habría que recordar que Néstor K decía “el
que suena, suena”.
Volviendo a la pregunta inicial,
Alberto F tiene en claro qué quiere, qué pretende para la Argentina ¿y no lo
dice porque optó por esa estrategia? En este momento la estrategia es mala,
confunde, no aclara el panorama. Y si espera que Cristina le nombre los ministros,
la estrategia es peor.
Supongamos que CFK le echa en cara
que ella, la viuda de negro, inconsolable, sacó el 54% de los votos. Habría que
recordarle que en el 2007 sacó el 45, 28%, muy sobre el filo. Pero ahora puede
reclamar un piso del 30%. Otorgarle, de mala gana, un 10% a Massa y un casi 8% a
Alberto.
¿Alberto estará obligado a negociar
todos y cada uno de los nombramientos? ¿O sólo peguntará por las áreas que le
interesen a Cristina? ¿Hasta donde llega el poder de Alberto votado por el 48,
24% de los argentinos? Esa pregunta la hacemos acá y la hacen en el exterior.
La incertidumbre no ayuda. La
errática y en constante descenso histórico de la Argentina, tampoco contribuye
a generar confianza. Las declaraciones de Alberto F, en consonancia con la
política exterior de Cristina, eso de recrear un polo progresista en la región,
no son buenas.
Soñar con lo que fue la unión de
Kirchner, Chávez, Lula, Correa y Evo, es un imposible. Néstor y Chávez han
muerto. Correa exiliado. Lula preso. Evo disputando una curiosa elección con Mesa.
Lo que fue, pasó. López Obrador queda muy lejos y Madura está a años luz de
Chávez.
La reunión del Grupo de Puebla en
Buenos Aires es un mal presagio, cambiar a Piñera por Enriquez Ominami, también
marca una dirección que no ayuda con los países centrales. ¿Cómo se va a
renegociar la deuda? El inevitable salvataje económico, ¿vendrá de China? ¿A
cambio de qué?
Los argentinos odian el imperialismo
yanki. Los norteamericanos hacen negocios, invaden territorialmente pero no se
quedan. El gran imperio chino, con 1.350 millones de habitantes, a pesar de
tener un enorme territorio necesita más espacio y riquezas naturales que
Argentina tiene.
Los chinos piden territorio, lo
ocupan y se quedan. Es una buena inmigración, son estudiosos y trabajadores.
Pero con los americanos compartimos raíces comunes, judío cristianas y occidentales;
con China las diferencias son infinitas. Quizás llegó el momento de pensarlo en
serio.
Y de pedirle al presidente electo que
nos diga con quiénes y cómo piensa poner al país de pie. Ya es hora.
¡Excelente Malú, un abrazo!
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