LATAM TIENE PROBLEMAS, PERO SE VA SOLO
DE ARGENTINA
Malú Kikuchi (20/6/2020)
En el 2011 la empresa de aviación
chilena LAN se fusionó con la brasileña TAM. Así nació LATAM, la mayor
aerolínea de la región. En el 2018 movilizó a 74 millones de pasajeros. LATAM
Airlines Group tiene filiales en Chile, Perú, Ecuador, Colombia y los Estados
Unidos. Tenía en la Argentina.
El 17/6/2020 LATAM comunicó que se iba
del país. Deja 1.715 trabajadores desempleados. Abandona 12 rutas de la región
y 4 internacionales. LATAM cuenta en el país con 13 aviones Airbus 320 y 8
aviones Boeing y 14 aeropuertos nacionales y 6 internacionales.
Contaba con casi el 18% de los vuelos. A
partir de ahora Aerolíneas Argentinas fusionada con Austral, tendrá alrededor del
85% de los vuelos, casi un monopolio. Quedarán sólo dos “low cost” (empresas
que permiten volar a bajo costo) Flybond y Jet Sharp. La empresa Andes
desaparecerá.
LATAM venía con problemas económicos en
todas partes, más en la Argentina. Las excesivas regulaciones para proteger a
Aerolíneas Argentinas que desde el 2011 le ha costado al país US$ 4.800
millones, la pulseada con 10 gremios
aeronáuticos, la pandemia y la vuelta de la Cámpora, “too much” diría la
vicepresidente. Por todo eso levantan vuelo.
LATAM no abandona Chile, ni Perú, ni
Ecuador, ni Colombia, ni los EEUU, abandona Argentina. Esta resolución debería
hacer reflexionar al gobierno. Si acá LATAM encontró la tormenta perfecta, Argentina también: pandemia, deuda cerca del
default, pobreza creciente, Vicentín.
Con la pandemia todo se desbarató, los
vuelos en particular, pero impresiona que una empresa de aviación hasta ahora
exitosa, se vaya solo de su filial argentina. Como si el país tuviera una
enfermedad altamente contagiosa y letal. El gobierno no es el responsable
directo de la decisión, pero sí lo son las políticas que se arrastran.
Justamente la Argentina pareciera ser,
considerando las filiales de LATAM, el país que mejor ha manejado la pandemia.
Es obvio que se trata de otro virus, no del covid-19, de otra pandemia. Una mortal
política populista, una vieja, polvorienta y setentista idea de pobreza
compartida.
Compartida por el pueblo, no por los
gobernantes. De ahí la exagerada centena o como se llame este encerrar a los
decentes, mientras se suelta a los presos, esta negociación con los bonistas
que nunca se cierra, el proyecto de atentar contra la propiedad privada con el
caso Vicentín. Y la impunidad que avanza a diario en los casos de corrupción
del gobierno K, mientras diluvian las denuncias contra el gobierno de Macri; la
falta de respeto por la ley y el estado de derecho. De todo eso huye LATAM.
La pandemia es real. Tratar de minimizar
sus efectos es un deber del gobierno y de hecho, parece que lo hace. El costo
es terriblemente alto. Mientras dice proteger a la población mediante un encierro
que no tiene parangón en el resto del planeta, Alberto F. gobierna con DNU.
Ignora casi al extremo a los otros dos
poderes. El problema mayor es que no se sabe si gobierna Alberto o si lo hace
Cristina. El hombre que trabajó en el gobierno de Alfonsín, con el gobierno de
Menem, que fue legislador por el partido de Cavallo, ¿es el que propone
expropiar Vicentín?
Dice no escuchar “ideas locas” (diputada
Vallejos proponiendo que las empresas ayudadas por el estado paguen la deuda
con acciones) y de pronto saca de la galera en plena convocatoria judicial de
acreedores, un proyecto de expropiación de Vicentín. Dice algo, hace lo
contrario.
Las señales que da el presidente del
Grupo de Puebla, también presidente de la Argentina, en materia económica,
ahuyentan a los posibles inversores nacionales e internacionales. La Argentina
ha dejado de ser un país creíble hace muchos años y cada día se aleja más de
volver a serlo.
Parafraseando a Raymond Chandler en el
“Largo adiós” (1953) se podría decir que la Argentina sigue en su “largo adiós
(al país que estaba destinado al éxito), triste, solitario y… ¿final?”
De los
ciudadanos depende cambiar el rumbo, expresarse y recordar que en el
2021, se vota.
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