ESMERILANDO AL PRESIDENTE
Malú Kikuchi (29/8/2020)
El 18/5/2019, en
una entrevista en radio Nacional, una semana antes de que CFK se auto
postulara a vicepresidente en una fórmula encabezada por Alberto
Fernández, el hoy Presidente decía que
la senadora debía competir contra Macri, “es candidata o se va a su casa,
no puede haber votos prestados. No tengo ganas de que haya un títere en la Casa
Rosada, y que el poder esté en Juncal y Uruguay”.
En la misma
entrevista dijo: "Sería una necedad de mi parte decir que no hubo
corrupción en el kirchnerismo, cuando apareció un secretario de Obras Públicas (José
López) con US$ 9 millones en el baúl del auto".
“Para mi, la
palabra dada es muy importante, la palabra empeñada es muy importante. No
mentir en política es muy importante y yo soy de aquellos que tienen la
tranquilidad de poder decir que digo en público lo que digo en privado”.
Alberto miente hasta cuando dice que no miente.
Hay demasiadas
pruebas sobre las mentiras del Presidente. Son visibles, se suceden a través
del tiempo y los archivos no mienten. La pregunta es, ¿para qué esmerilar al
Presidente si él solito se encarga de hacerlo? Ha perdido toda credibilidad, cae
en las encuestas y profundiza la grieta.
La situación del
país es caótica; pandemia, cuarentena eterna (la más larga del mundo) y los
contagios y las muertes aumentan. La economía con respirador artificial y
pronóstico reservado. El desempleo alarma, lo que incrementa la inseguridad que
no tiene una política integral coherente.
A pesar de este
diagnóstico, visible para cualquiera que hable con su vecino, el Presidente
presenta en medio del desastre, un proyecto de reforma judicial. En rigor de
verdad, es la reforma del fuero penal federal de CABA, que juzga a CFK, sus
hijos y socios. La gente no les importa.
Este proyecto de
reforma tiene desde el 27/8 media sanción del Senado, votado con modificaciones
de último momento, que los senadores no leyeron. No son “honorables senadores
de la Nación”, son los senadores de CFK. Pero el pueblo argentino es el que le paga
los sueldos, no Cristina.
Sin el agregado
de la enmienda Parrilli contra “los poderes mediáticos” y los jueces, una
mordaza para los periodistas independientes y para los jueces “díscolos” a las
ordenes de CFK, la media sanción de la ley pasó a diputados. Aumentaron los
puestos a crear de 279 a 908. ¿Quién
paga?
Por supuesto que
pagarán los argentinos, si se vota en diputados. A todo esto Cristina aclaró
que esta no es una reforma judicial, se la endosó al Presidente, por si no sale
en diputados. La reforma que sueña CFK es más profunda, puede que tribunales
populares manejados por Zaffaroni.
El resultado es
que el Presidente quedó mal parado, lo mismo que su ministro de Justicia,
Marcela Losardo y Gustavo Beliz y Vilma Ibarra. Todos ellos personas cercanas
al Presidente. Mientras Cristina sigue implacable su derrotero de venganzas
múltiples, entre ellas, Alberto F.
CFK esmerila al
Presidente, un Presidente que a su vez se esmerila solo. Tener de enemiga a la
vicepresidente, es un problema serio. Más si se le debe el 30% de los votos. El
tema es si la vicepresidente consigue su propósito, luego de solucionar sus
varios procesos judiciales.
Una vez limpia
de denuncias (con pruebas absolutas y comprobadas), Cristina insistirá en
sacarse de encima al Presidente. ¿Cómo? Probablemente lo hará renunciar
poniéndolo en una situación insostenible. Duhalde sabe algo al respecto y avisa
con tiempo.
Y una vez sin
Presidente, como indica la Constitución Nacional (a la que pretende cambiar), Cristina
Fernández de Kirchner asumirá el lugar que está convencida que le corresponde:
la presidencia de la Nación Argentina.